INTRODUCCIÓN
Actualmente la madre y el
padre juegan un papel activo en el desarrollo cognoscitivo y socio-emocional de
sus hijos; el padre es visto como el agente socializador, como el ejemplo a
seguir por sus hijos.
En los últimos años se ha
detectado en los niños de preescolar, a nivel general, la prevalencia de
comportamientos o conductas, que tienen que ver con deficiencias en el
desarrollo o con dificultades en su aprendizaje, que en la mayoría de los casos
obedecen a incorrectos estilos de crianza por parte de madres, padres, o cuidadores.
Se logró identificar tres estilos de crianza: autoritaria, permisiva y
autoritativa (Papalia, Wendkos, Feldman, 2009).Estos estilos de crianza se
formaron en base a dos importantes aspectos.
El primero se refiere a la forma y el grado en que los padres responden
a las necesidades del niño; el segundo está relacionado con el comportamiento
maduro y responsable que los padres esperan de él. La deficiente estructura
familiar, su disfuncionalidad e interacciones débiles de padres y madres con sus hijos, la falta de hábitos y
rutinas, entre otras, generan en las niñas y los niños desajustes psicológicos
y afectación en las funciones ejecutivas (planeación, atención, organización y
ejecución), produciendo consigo bajos desempeños académicos, sociales y
emocionales..
Por lo anterior se puede
suponer que los estilos de crianza que existen entre las familias juegan un
papel importante en el desarrollo de las funciones ejecutivas en los niños y niñas, ya que de la forma de
actuar y educar de los padres aprenden comportamientos que les pueden
beneficiar o perjudicar en su desarrollo integral y en especial el desempeño
escolar.
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